11/2/17

La misteriosa marca del demonio

Apenas había algún espejo en el convento, pero tenía la suerte de contar con uno pequeño de mano.
Aquel espejo era el que me miraba cada mañana. Sin embargo, no era suficiente. Necesitaba otro espejo. Quería afrontar aquello sola, sin ayuda. Ni de las hermanas, ni de mis amigas, ni siquiera de Sergio o Carolina. Planeé salir de la habitación cuando las hermanas se fueran a dormir. Fui a la otra punta del convento, al humilde baño que compartían el resto de chicas. Una vez que supe que todas estarían durmiendo salí de la cama y, linterna y espejo en mano, me dirigí a los baños. Encendí la luz y cerré la puerta. Había un gran espejo que colgaba de los descoloridos y mugrientos azulejos blancos. Con ayuda de ambos espejos, uno reflejando la imagen de mi espalda en el otro, acabaría descubriendo si existía dicha marca. ¿Estaba segura de querer conocer la verdad? Si era una farsa podía reírme del muchacho y pasar de él. Sin embargo, los miedos me arrasaron la cordura durante unos instantes: ¿y si descubría la marca del demonio? Aquel símbolo con forma de alas negras, como los de los ángeles caídos. Yo nunca había creído en aquellos demonios que debíamos estudiar en las clases. ¿Pero y si aquello era cierto? Mi mundo y todo cuanto conocía daría un vuelco monumental. Finalmente, me quité la camiseta del pijama, quedándome en sujetador, y me guié con ayuda de ambos espejos para descubrir la verdad.

6/2/17

Cruce de destinos. Capítulo 15


No podía creer que la historia se repitiese de nuevo. Que Elena, que parecía tan dulce e inocente, tan perfecta, tan buena candidata para ser la chica con la que pasar el resto de su existencia, le hubiese hecho víctima de esa manera. Se sentía tan traicionado, tan dolido...

¿Y si estaba condenado a eso? Como si se tratase de una maldición. Todas las mujeres le habían engañado. Sin excepción. Tal vez la lección de todos aquellos desengaños era que debía tener una relación normal con una mujer a pesar de las infidelidades. ¿Podría hacer eso? ¿Perdonar a Elena a pesar de sus actos? Él jamás haría una cosa así. Ni se le había pasado por la cabeza. Pero tal vez estaba condenado a que todas las mujeres que estaban con él lo traicionasen...y que él tuviese que aceptarlo. O no...

Casi sin darse cuenta salió de su habitación y se dirigió a la de Elena. Tocó la puerta con los nudillos y ella abrió enseguida, claramente esperanzada de que fuera él. Abrió los ojos como platos cuando le vio. 

 ¿Tú me quieres de verdad? Bueno, quiero decir...nos conocemos desde hace poco tiempo pero...¿tú realmente estás interesada en mí?   preguntó receloso.